de Marcos Gras
Lejos de querer mostrar un lado cool o snob de la poesía, Gras encarna en Semana Laboral poemas que parecieran formar parte de un diario privado de escritura, donde cada movimiento y acción cotidiana, por más básica que parezca, altera el difícil equilibrio de emociones y sensaciones que integran su mundo. Así, el autor propone una máxima implícita a lo largo de su poemario: los límites entre la poesía y la vida diaria son difusos. grassAhora bien, Gras no se queda ahí, ya que prefiere dar un paso más y mostrar el costado más terrenal de la escritura, lejos de antiguas torres de babel o aires mesiánicos que suelen encarnar algunos escritores. Su materia prima está al lado suyo: las obligaciones laborales, la familia y sus responsabilidades, un orden hogareño que amenaza siempre con romperse pero que se mantiene a base del esfuerzo. En esa misma dirección, Semana laboral está escrito asumiendo dos posturas que son difíciles de reconocer, aún más dentro de la corriente literaria actual que parece ser mayoría dentro del campo de la poesía. La primera es una de las claves que marcan a este libro: preguntarse a quién le interesa la poesía y responderse que a nadie, solo a los que la escribimos. La valentía de asumir eso es lo que le da honestidad y frescura a los poemas, sin miedo a caer en sentimentalismos o escenarios que alguna corriente marcaría como obsoletos. Gras sabe cómo defenderlos. La segunda postura muestra un acto que requiere aún más valentía: asumir que cualquier escritor sabe que hay alguien que escribe mejor que nosotros y nunca lo vamos a alcanzar. Semana laboral retrata el camino cotidiano de esa búsqueda quizás inútil, pero inevitable, y que a fin de cuentas envuelve a todos los que deciden introducirse en la literatura.